A menudo nos empeñamos en dirigir el juego de los más pequeños para que sigan unas determinadas reglas. Nuestro objetivos es que aprendan a respetar unas normas de juego, asuman las derrotas bien, se diviertan… Pero hay veces, que es necesario que jueguen sin reglas, ni normas. Que dejen volar su imaginación y que sea más importante el proceso que el resultado o fin de cada juego. El juego imaginario modelado por la capacidad creativa de cada niño o niña ayuda a conseguir estabilidad emocional, les facilita la expresión de sus emociones y sentimientos, y es una herramienta perfecta para buscar soluciones a problemas que ellos mismos crean.