La obediencia no es una cualidad que encontremos de forma innata en los niños. Es un aspecto sobre el que debemos educar y enseñar. Es cierto que algunos niños parecen más predispuestos a obedecer y a otros, en cambio, nos cuesta un triunfo convencerles para hacer una tarea super sencilla, pero eso no significa que sea algo imposible. Aprender a obedecer es igual que aprender a leer o a escribir, unos niños van más rápido y otros más despacio. Por eso no debemos desesperarnos si nuestros hijo no acaban de aceptar las órdenes.
Hoy os presentamos seis consejos que lejos de ser la panacea de la obediencia y la felicidad familiar, nos van a facilitar que nuestros hijos nos hagan un poquito más de caso. Todos ellos de sentido común y fácilmente aplicables. Su sencillez hace que a veces les olvidemos y busquemos recetas milagrosas.
- Las órdenes no son preguntas.
Cuantas veces decimos al cabo del día ¿Quieres recoger los juguetes ya?. Obviamente su respuesta va a ser NO. Lo correcto es: recoge tus juguetes porque vamos a cenar.
- Intenta dar opciones.
Si nos tememos que la orden no va a ser de su agrado, una buena opción es darle opciones. ¿Prefieres que nos bañemos ahora, o después de la merienda? De esta forma, el niño se siente partícipe de las decisiones y no utiliza la negación de forma inmediata.
- No utilices la ironía.
El nivel de desarrollo cognitivo de nuestros hijos no está preparado para comprender la ironía de los adultos, y tampoco las frases hechas. Utiliza con él frases cortas y claras y será más fácil que comprenda lo que esperas de él.
- Muéstrale las consecuencias postivas de hacer lo que le pides.
Cuando le pidas que haga algo, intenta presentárselo de forma positiva. Acompaña las tareas que no le gusta hacer (recoger juguetes, ordenar la ropa, poner la mesa…) de otras tareas que le motiven y le resulten placenteras. “Recoge la ropa y si lo haces rápido, te dejo jugar en la bañera un rato”.
- Dale tiempo. Repetir insistentemente lo que tiene que hacer no te ayudará a que lo haga más rápido.
Como adultos a veces intentamos que los niños hagan las cosas tan rápido como nosotros y tendemos a repetirles lo mismo varias veces en cuestión de segundos. Ellos necesitan su tiempo y si les atosigamos con la orden, lo que generamos es ponerles nerviosos y como consecuencia que se comporten peor. Es un círculo vicioso, la paciencia es una gran aliada.
- No le pidas a tu hijo que haga varias cosas a la vez. Dale sólo una orden y cuando la haya hecho, pasa a la siguiente. De esta manera conseguimos que el niño no se agobie pensando en todo lo que tiene que hacer y evitamos que las ordenes se mezclen y acabe haciéndolo mal.
Y lo más importante de todo, si aun así el niño no obedece, no debemos pensar que está intentando molestarnos. Son niños, están aprendiendo.
Laura Requejo del Rio Licenciada en Psicopedagogía y especialista universitario en Terapia Cognitivo-Conductual en la infancia y la adolescencia. |