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Mucha gente se pregunta por qué es importante enseñar a los niños habilidades relacionadas con las emociones. En este artículo se intentará dar respuesta a esta pregunta y se mostrarán distintas técnicas que podrán servir de ayuda para promover estas  capacidades que tanto tienen que ver con la adecuación del ser humano al medio en el que vivimos.

(añadida de google)

¿Qué poder tienen las emociones?

Desde los tiempos primitivos las emociones han jugado un papel protagonista en nuestra forma de relacionarnos. Tanto es así, que si no supiéramos percibir alegría, ira, o tristeza el ser humano podría quedar relegado a la altura de un ser mecánico. Nuestra correcta adaptación al entorno viene determinada en gran medida por el buen uso de esta inteligencia, ya que, saber expresar y comprender los sentimientos propios y ajenos, puede ser un hecho que determine nuestra supervivencia. Hace miles de años era evidente lo crucial que podía ser una mala interpretación de una emoción, puesto que de ello podría depender conseguir alimento o ser líder de un grupo. Hoy en día, no nos encontramos mucho más distantes de esa realidad, y podemos hallar muchos ejemplos que lo demuestran:

  • Ser respetuoso y saber controlar las emociones negativas nos podría ayudar a mantener unas buenas relaciones interpersonales y una buena convivencia con nuestra pareja.
  • Mostrar capacidad empática y sensibilidad, podría contribuir a tomar decisiones basadas en las necesidades de otras personas y ejecutar pautas adecuadas en la crianza y educación de los niños.
  • Ser un aventajado en la interpretación y expresión de los sentimientos podría ayudarnos a conseguir el trabajo que deseamos o saber tolerar las frustraciones que sufrimos en éste.

 

¿Los niños tienen inteligencia emocional?

Estas capacidades afectivas, en la infancia, se traducen en una mejor relación con sus iguales, una comprensión mayor de sus figuras de autoridad y un rendimiento en la escuela que no se vea interferido por cuestiones de presión o de estrés. Proporcionan una serie de herramientas que hacen hábil al menor para enfrentarse a la vida diaria.

La personalidad de los niños viene influida por el proceso de socialización, en el que se asimilan los valores y costumbres de las personas con las que convivimos. La inteligencia emocional en los hijos, como cualquier otro tipo de conducta, es transmitida por los padres, siendo éstos su principal modelo a seguir, ya que el aprendizaje se produce por imitación. Es por ello, que la primera escuela de conocimiento afectivo será la vida familiar, y los padres los principales profesores.

Por lo tanto, promover este tipo de inteligencia será de vital importancia en el desarrollo del niño. Para ello hay que tener en cuenta los siguientes factores de protección:

  • Buen vínculo con la/s figura/s de apego
  • Nivel adecuado de autoestima
  • Estilo cognitivo positivo
  • Buena red de apoyo
  • Afrontamiento procreativo, buena resolución de problemas

 

¿Cómo fomentamos estas habilidades afectivas?

Hay distintos modelos que aportan claves sobre cómo se puede ayudar a desarrollar estas capacidades. El programa Amistad para Siempre que dirige la Doctora Julia Gallegos Guajardo, tiene un reconocimiento a nivel internacional y es en el que se basan las siguientes indicaciones:

(añadida de google)

¿Qué directrices debemos seguir?

  • Enseñar a los niños a identificar emociones en ellos mismos y en los demás, hablando sobre cómo nos sentimos en determinadas situaciones (enfado, rabia, tristeza, alegría). Verbalizar y poner nombre a los sentimientos negativos es recorrer la mitad del camino para poder superarlos.
  • Cultivar el pensamiento positivo, fomentarlo y modelarlo, atendiendo el lado bueno de los acontecimientos. Que el vaso esté “medio lleno” nos da confianza para afrontar situaciones futuras.
  • Potenciar habilidades ya existentes, hay que reforzar aquellos comportamientos que quieres que se repitan. Es importante que se hagan conscientes de sus virtudes y puedan desarrollarlas para estar más seguros de sí mismos. Disfrutando de lo que ya se tiene, se alcanza el crecimiento.

 

¿Qué actividades prácticas podemos realizar?

  • Caja de cualidades: Encontrar un rato todos los días para hablar sobre un acontecimiento o una cualidad positiva que posea el niño. Comentarlo con él adecuándote a su nivel de desarrollo (utilizar el dibujo en niños más pequeños). Esta pequeña acción puede servir de ayuda para potenciar la autoestima de los niños.
  • Representar en una cartulina mediante un diagrama las redes de apoyo que tiene cada miembro de la familia. Empezando por el padre o la madre y terminando por el hijo, comentar las personas con las que se cuenta como apoyo (relaciones familiares y escolares, amistades…). Cuando los lazos son sanos y fuertes, aumenta el sentido de pertenencia y les proporciona seguridad en sus relaciones.
  • Conversar sobre personas que muestren conductas modelo: Adecuándote a la edad del niño, comentar logros de aquellas personas que son figuras importantes de la humanidad. En los más pequeños se pueden utilizar cuentos, o personajes fáciles de entender y en los más mayores personalidades como Gandhi, la Madre Teresa… que pueden servir de ejemplo. También hacer uso de videos o películas que recojan estos contenidos de lucha y esfuerzo. Tras esto, comentar con el niño como trasladar estos valores a su vida diaria.

 

Por último, cabe recordar que, los niños aprenden a través de la experiencia, por lo que, es conveniente estimularlos a que ellos mismos resuelvan los problemas en  lugar de hacerlo los padres. Para ello, los adultos deben establecer reuniones periódicas en casa, dónde se cree una atmósfera adecuada, y así poder mostrarles la forma en que ellos resuelven los problemas.

                                                                                                                          Zoraida Benito Acero

Licenciada en Psicología

Psicóloga Sanitaria

Máster en Psicología Infanto-Juvenil

 

 

1 Shapiro Lawrence, P. La inteligencia emocional de los niños. Vergara Editor, S.A. México, 1997. Pág. 4.

2 Shapiro Lawrence, P. La inteligencia emocional de los niños. Vergara Editor, S.A. México, 1997. Pág. 86

3 Barrett, P. Programa AMISTAD para Siempre. 2007.

 

 

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